lunes, 20 de diciembre de 2010

No es Wikileaks, son los medios

Álvaro Cabrera G.
He escuchado y leído varios comentarios por distintos medios progresistas, que ponen en tela de juicio la independencia de Wikileaks o sus intenciones. No tengo ninguna razón para defender a Wikileaks, algo que debe hacer la propia organización, pero sí creo que los comentarios han estado escasamente fundamentados.
Hasta donde entiendo el asunto, Wikileaks ha puesto a disposición del público, en la medida de sus posibilidades y en base a una estrategia, información que de otra manera sería para el común de los mortales inaccesible. La organización no ofrece una interpretación de esa información, solo la hace accesible. Esa es su oferta, exponer información que normalmente permanece oculta.
Si bien no resulta de mi agrado la selección de algunos periódicos del “cartel internacional de medios que defiende el capitalismo” para tener la exclusiva, entiendo que se trata de una estrategia que para la lógica del sistema es aceptable (cuando hablo del sistema me refiero a la democracia representativa en el marco del capitalismo). Al fin de cuentas, Wikileaks no propone un cambio de sistema, sino una modificación del sistema imperante para hacerlo más transparente.
Al margen de las intenciones de Wikileaks, la información está ahí, y una vez hecha pública es sujeto de análisis. Lo que ha quedado claro con la utilización que han hecho los medios dominantes de esa información es que carecen de toda capacidad de dar a la población una mirada aguda, balanceada y profunda del material disponible. No pueden hacerlo porque sus propios intereses están en juego.
Cuando se contrasta lo poco publicado con lo que dicen los cables, no se puede sino concluir que los medios mienten descaradamente todos los días y sin pudor alguno. Desde la selección de la información hasta los titulares utilizados, los medios dominantes han manipulado los cables, dando a entender que Wikileaks dijo algo sobre algún tema (por ejemplo, véase el siguiente título de El Universal: WikiLeaks señala que Chávez protegía a etarras en el país), o dando tratamiento de hechos ciertos a las afirmaciones de algún funcionario o diplomático, generalmente en función de atacar a los gobiernos que no son aliados de EEUU (véase la misma “noticia”, versión El País: Chávez facilitó la fuga de varios etarras en Venezuela, según el ex director del CNI).
En la mayoría de los casos, los medios han desechado analizar lo que realmente los cables indican. Que las embajadas de EEUU en el mundo actúan como brazos ejecutivos de la política imperial de Washington. Que extorsionan, hacen espionaje, compran conciencias, imparten instrucciones a políticos y empresarios de cada país, con el único fin de defender los intereses estadounidenses.
Esos intereses están además en todo el mundo, e incluyen instalaciones o bienes naturales de cada país, que el imperio considera casi como propios.
Los medios han obviado el hecho de que los cables solo pueden servir para analizar a quien los escribe (los diplomáticos estadounidenses y sus jefes), y en algunos casos a aquellos que subordinados al imperio han quedado retratados en esos documentos. Los cables muestran un nivel de injerencia inconcebible para países que se consideran independientes y transparentan la subordinación de sus clases dominantes a la diplomacia gringa a la que rinden cuentas casi a diario.
Además, demuestran que los medios hacen comparsa a la política exterior del imperio, atacando a quienes éste considera sus enemigos, y elevando el estatus de los países y personajes que se alían a las políticas estadounidenses.
Las filtraciones de Wikileaks están sirviendo, por sobre todas las cosas, para desnudar a los propios medios por lo que han dicho, cómo lo han dicho y lo que han dejado de decir en base a la información que aparece en los cables.■

No hay comentarios: